viernes, 20 de febrero de 2009

Demian


Me dieron ganas de leer Demian de nuevo, me encanta, desde mi punto de vista particular y aislado, cuando lo leo siento ver todo mas real, ni bueno ni malo, solo como es, y me hace soñar un poco... en pocas palabras me gusta leerlo, y siempre lo recuerdo, creo que todos deberíamos de leerlo, estoy segura que no sería un parte aguas para nuestra vida (bueno, admito que quizá para mi si jajaa), pero si nos ayudaría a recordar que a lo mejor nos hemos desviado de nuestro verdadero camino.

Dejo la introducción, que es lo que hasta ahora llevo, ya había olvidado, cuanto me había gustado desde las primeras páginas.

Para contar mi historia tendré que mirar muy atrás. Seguramente tendré que irme a los primeros años de mi infancia; es más, quizá tenga que llegar hasta mis propios ancestros.
Cuando los poetas escriben alguna de sus novelas toman el papel de Dios, logrando comprender y relatar una historia humana en su más pura esencia, como si el mismo Dios se las hubiera relatado. Creo que yo soy incapaz de ello, pues la historia que pienso contar, a diferencia de la que pudiera exponer cualquier otro poeta, es muy importante para mí, ya que se trata de mi historia, de la historia de un hombre. No estoy hablando de un personaje imaginario, sino de uno de carne y hueso, vivo y único. En la actualidad muy pocos logramos entender lo que esto quiere decir en verdad: un hombre vivo. Quizá por ello, vemos constantemente cómo se destruyen las vidas de miles y miles de hombres, cada uno de ellos una manifestación pura de la naturaleza. Hacer desaparecer a un hombre mediante una bala sería algo muy sencillo si no fuéramos algo más que individuos aislados; y entonces no tendría objeto alguno contar historias. No obstante, cada hombre es un punto único, importante y peculiar en donde convergen los fenómenos del mundo una sola vez. Y es por ello, que mientras una persona viva y cumpla la voluntad de la naturaleza, la historia de cada hombre será digna de toda atención; esto es algo simplemente maravilloso.
Dentro de cada hombre podemos encontrar un espíritu que sufre y se crucifica; asimismo, en cada crucifixión podemos encontrar a un salvador. Hoy en día pocos son los que en verdad reconocen lo que es un hombre, pues la mayoría sólo lo presienten. Estos últimos mueren más tranquilos y aliviados, de la misma manera en que yo lo haré cuando termine de relatar la siguiente historia.
Sería absurdo decir que soy un sabio. Simplemente creo ser un hombre que ha buscado y que sigue en la búsqueda de respuestas; la diferencia, es que ya nos las busco en el estrellado cielo o en las páginas de algún libro, sino que las empiezo a encontrar en las enseñanzas que fluyen por mi sangre.
El siguiente relato, mi historia, no es agradable o dulce por el simple hecho de ser verdadera, más bien tiene un sabor a insensatez, a locura, a conflicto y a sueños, al igual que muchas otras historias de hombres que jamás se han mentido a sí mismos.
La vida de cada hombre es una vereda que nos conduce hacia un camino mayor. Jamás un hombre ha sido completamente él mismo, aunque la mayoría tenga la firme convicción de serlo algún día, unos entre brumas y otros con perfecta luminosidad, pero cada uno como mejor le sea posible. Todos cargan en sus espaldad hasta el final lo viscoso y las sobras de un mundo primario. Muchos jamás llegan a ser verdaderamente hombres y siguen siendo peces, ardillas, ranas o hasta hormigas, pero todos son el ímpetu de la naturaleza hacia el hombre. Todos y cada uno de nosotros tienen un origen común: la madre. Cualquiera proviene del mismo monte, sin embargo, cada uno tiene su objetivo, su meta final. Todos los hombres podemos llegar a entendernos perfectamente, pero comprendernos sólo cada uno lo puede hacer consigo mismo.


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